martes, 29 de julio de 2014

ANÉCDOTAS DE MIS PAGOS Y DE OTROS

ANÉCDOTAS DE MIS PAGOS Y DE OTROS 

Desde chico oí decir que los entrerrianos somos algo fabuladores. No sé si ese es el término apropiado para calificar a quienes les encanta relatar ciertos sucesos que no necesitan ser exagerados para hacerlos más atractivos. Luis Landriscina edificó una casona en Entre Ríos para reunirse con entrerrianos, que, según su apreciación, son los mejores relatores de anécdotas y sucesos, material útil para sus libretos.  
En Entre Ríos, mi provincia, es habitual narrar episodios que no es preciso adornar para hacerlos atractivos. 
Apuesto que el vocablo pajuerano, fue inventado por un porteño o bonaerense que carece de sentido comúnpretende ningunear a los habitantes de los pueblos del interior de nuestro país. queentrerriano para denominar a quien vive en el interior del país. Un entrerriano le diría que los que viven en el interior  del país, son de adentro de la Argentina, no de ajuera, más apropiado sería decirnos padentranos. Tampoco no va eso de llamarnos payuca porque esa fue la expresión burlona usada por los aborígenes que guerrearon junto a las tropas de San Martín en la luchas contra los españoles. Al matar a bolazos o lanzazos a soldados españoles exclamaban pa´ ayuca en son de burla porque San Martín les había dicho que los españoles recibían raciones extras de azúcar (ayuca en dialecto aborígen) por cada indio que mataban.  
  - ¿Qué pasó con los cabecitas negras y el crisol de razas que tanto se pregonó?  

Los entrerrianos somos relatores de anécdotas y de sucesos en que participamos o de otros que nos contaron. Muchos de ellos no necesitan adornarlos para hacerlos más interesantes. 

Mi padre era Jefe de la Estación Domínguez del Ferrocarril Entre Ríos. Los jefes de estación debían habitar con sus familias las viviendas adosadas a las estaciones. 
Esa era nuestra situación vivíamos en la casa adosada a la estación, en cuyas inmediaciones se levantaba el Elevador de Granos y galpones depósitos de los granos y semillas cosechados en la zona, donde trabajaban esos cabecitas.  
Los rieles del ferrocarril se tendieron a campo traviesa; después Vialidad Nacional o Provincial hizo caminos paralelos a esos rieles.
El pueblo de Domínguez, como muchos otros, se formó cerca de la estación, al otro lado de la Ruta 12, a doscientos metros de las vías. La Estación Domínguez quedó en un área suburbana. Los Sucesores del terrateniente Aurelio Jorge, propietarios de los campos en los que tendieron los rieles, se negaban a lotear esa franja de tierra.

Yo tenía algo más de cuatro años cuando vi que el rostro mi madre se desfiguraba en una mueca de dolor. Con sus manos apoyadas en el vientre se sentó en la cama. Suponiendo que era otra de sus descomposturas de hígado tomé una toalla y la mojé con agua para que se haga fomentos fríos como se los hacía mi padre.
Por la puerta del comedor entré en la oficina donde mi padre tenía su escritorio. 
  - ¿Dónde está mi papá? -le pregunté al auxiliar Botta al no hallarlo allí.
  - Hace unos minutos salió hacia la Junta de Fomento. 
A toda la velocidad que dieron mis piernas corrí los 200 metros que había hasta el pueblo, y seguí una cuadra y media hasta la farmacia de don Leoncho Savulsky. 
  - Busco a mi papá porque mi mamá está descompuesta. 
  - Tu papá no estuvo aquí.   
  - Botta me dijo que vino a la Junta de Fomento. ¿No es aquí la Junta de Fomento? 
  - ¿Relacionaste fomento con farmacia? Aceptable para un niño de cinco años. 
  - Tengo cuatro. Me falta mucho para cumplir los cinco.
  Vamos, te mostraré cual es la Junta de Fomento.
Mientras caminamos me explicó que la Junta Fomento es una comisión de vecinos que se ocupan en hacer mejoras en el pueblo, poner más hamacas en la plazoleta y muchas otras cosas útiles. 
  - Tu papá es el Presidente de esa Junta de Fomento. 
En la esquina de la Tienda El Porteño me mostró el edificio de la Junta de Fomento. 
  - Gracias don Leoncho.
  - Dale mis saludos a tu padre.
  La doctora Clara S. de Filer vino a ver a mi madre. La descompostura no era de hígado. La panza de mi mamá se fue agrandando y el 31 de octubre de 1934 nació mi hermanita María Juanita.                                                                                        

                                                               * * *

En el amplio predio de la Estación ferroviaria Domínguez había grandes galpones y un Elevador de Granos con enormes silos en los que se acopiaban los granos y semillas que entregaban los agricultores de la zona.  
Una treintena de hombres de humilde condición acudían a diario por si lo requerían para descargar las bolsas con semillas de cereales y oleaginosos que traían los chacareros, o cargar vagoines con esos granos y ganarse unos pesos para mantener  a sus familias. Sólo había trabajo para algunos; el delegado Biondi disponía quienes trabajarían cada día. 
Ocasionalmente algunos de ellos le confiaban sus cuitas a mi padre. 
  - Jefe, mi hija, la Margarita, la que se jué a Güenos Aires pa´ trabajar en casa de la hermana de don Burdes, asigún una carta que le escribieron, la tuvieron que internar en un hospital porque se ha enfermao. -le contó Santos a mi padre y agregó-  En una semana van a tener los resultaos de unos estudios que le van hacer 
  - ¡Ojalá se componga pronto! -dijo mi padre.
  - En cuanto tenga alguna novedá le cuento. 
Varios días después Santos le dio a mi padre un telegrama
  - Jefe, éste lo recibió don Burdes. Me lo ha leido pero no lo entendí. Hágame el favor de darle una leída y decírmelo con palabras que yo entienda?
Mi padre leyó para sí: "Comunicar familia Margarita que hoy harán su autopsia".
  - ¿Qué dice?   
  -  ... Que le harán otro estudio a su hija.
  - Ojalá éste sirva pa´ saber qué rimedios precisa pa´ curarse. 
Mi padre se quedó pensativo mirando como Santos se alejaba caminando lerdo.

                                                             * * *

Cándido Romero, dueño de un almacén y despacho de bebidas en Domínguez le preguntó al letrista italiano que llegó en tren cuánto le cobraría por pintar en la pared de la ochava de su local: A L M A C É N con letras rojas, y debajo, en color negro: de CÁNDIDO ROMERO. Regateo mediante llegaron a un precio razonable.
Mientras el pintor viajero apoyó la escalera en la pared y sacó de su valijita pinceles y tarritos con pinturas, Romero volvió al local para atender a sus clientes.  
Rato después el pintor italiano desde la puerta le dijo: 
- Ho finalizato il lavoro. 
Romero abandonó la atención de su cliente para ver a cómo quedó la leyenda. 
  - Pero ¿qué hizo? ¡Escribió almacén con ese!
  - Aspeta a secco che stará bene. (Espere que seque y va a estar bien). 

                                                             * * *  

Nuestro pueblo no tenía cementerio.   
Mi padre, como Presidente honorario de la Junta de Fomento, con el consenso de quienes lo secundaban, destinó un predio municipal de una manzana para ese fin. 
Un alambrado de cinco alambres demarcó el predio. En el ancho camino central se destacaba la gran cruz de madera barnizada. 
Transcurría el tiempo sin que alguien muera. 
Alguien propuso pedirle prestado un muerto a Villaguay para inaugurarlo y, después, cuando tengamos nuestro muerto, devolvérselo.   
Lamentablemente ese poco grato privilegio le tocó a la hermosa hija de 17 años de doña Alejandra, la portera de nuestra escuela.  
Poco tiempo sepultaron a un hombre de 25 años que murió apuñalado. 
No obstante ser poco conocido por haberse instalado recientemente en un rancho cerca del arroyo Vergara, no faltaron los "comedidos" que con la intención de tomar algo se acercaron al velorio. Contaban que al darle las condolencias a la viuda decía: 
- Catorce puñaladas le metieron, por suerte una sola fue mortal. 
Uno le dijo - Lo siento. - ¡Nooo! -dijo enfáticamente la viudita- Déjelo acostado.  

                                                              * * *

La campaña hecha por la Junta de Fomento logró que una veintena de adultos asistan a las clases que se dictarían en la escuela del pueblo de lunes a viernes de 20 a 22 horas. El Director de esa escuela, don Isauro Coria, era quien daba las clases.
 - Barreto, póngase de pie y dígale a sus compañeros qué es la Patria.
Barreto se puso de pie, cruzó sus brazos sobre su pecho en significativo gesto de amor, y respondió emocionado:
  - La Patria es como mi madre. 
 - Y para usted Sereno ¿Qué es la Patria? 
 - Lo que dijo Barreto, que la Patria es como su madre.
En el pueblo, algún gracioso, modificó ese suceso y lo contaba modificado: 
En la escuela nocturna el Director de escuela le preguntó a Barreto 
 - ¿Qué es la Patria?  
 - La Patria es mi madre. -le dijo el chueco Barreto. 
Y para usted Sereno Céspedes, - ¿Qué es la Patria? 
 - La madre del chueco Barreto. -dijo el deformador tratando de hacerlo más bruto.  

                                                              * * *

Mi trabajo en el Ferrocarril Entre Ríos me dio la posibilidad de hacer relevos en distintas estaciones. 
Las jornadas nocturnas, en que disminuía la frecuencia del paso de los trenes, eran propicias para que el auxiliar de trenes y el cambista, relaten, entre mate y mate, algunos sucesos llamativos.
 En Urdinarrain, después de relevar durante 30 días al Jefe de Cargas, la Oficina de Personal me ordenó relevar a un auxiliar de trenes. Mi compañero de las jornadas nocturnas, un cambista apellidado Herrera, me contó la historia del hijo de un terrateniente español apellidado Fuertes. Su hija Dolores conoció en un baile social a un hombre que respeto supo ganarse la simpatía de esa joven quien le dio su conformidad para visitar su hogar. Los encuentros posteriores acrecentaron la mutua atracción y las virtudes de ese joven acaudalado estanciero apellidado Barriga que comenzó a frecuentar el hogar de la señorita Dolores que se sentía algo incómoda por el apellido de su admirador. 
El amor, la posición social, y la seguridad del bienestar económico que le daba ser la esposa del respetable buen hombre apellidado Barriga, fue decisivo para que acepte convertirse en la señora Dolores Fuertes de Barriga. 

                                                                   * * *

Contaba Rosa Pascaner, prima hermana de mi padre que Lía, la hijita de su hermano José, además de ser muy linda y vivaracha, a sus cinco años, era muy curiosa. 
Los padres de Lía y ella participaban del baño de Dito, el hermanito de Lía. La nena daba saltitos tomándose del borde del catre de baño y daba para ver a su hermanito.
  - No te tomes del catre de baño porque se caerá. -le indicó su tía Rosa. 
  - ¿Quiero ver qué tiene ahí mi hermanito?
  - Si te agarrás del catre harás caer al catre y a tu hermanito. 
  - Pero yo quiero ver eso que tiene aquí mi hermanito. -dijo señaléndose. 
  - Si prometés portarte bien, te digo.
  - Tía, me porto bien. Decime qué tiene aquí mi hermanito. 
  - Un pitito.
  - ¿Por qué tiene un pitito?
  - Porque es varón.
  - Yo quiero un pitito como el que tiene Dito. -dijo la nena y volvió a tomarse del catre de baño- Yo quiero un pitito como el de mi hermanito. 
Su tía Rosa sacó sus manitos del borde del catrecito - Ya tendrás uno.
  - ¿Cuándo? ¿Cuándo? 
  - Cuando seas grande, si te portás bien.
  - ¿Y si no me porto mal?
  - Vas a tener muchos.

                                                            * * *                                                              

Mi tía Aída retiró del jardín de infantes a su nietita Gabriela
  - Abu, un nene entró al baño de las nenas y me espió cuando yo hacía pis.
  - ¿Y vos que hiciste?
  - Lo espié a él cuando hizo pis. No tiene una pepita como yo. 
  - Porque los varones tienen una canillita.
  - ¿Papi también tiene una canillita?
  -  Si, tu papi también la tiene porque es varón.
  -  ¡Qué canillota tendrá con lo grandote y gordote que es papi

                                                            * * *
                                                
La iglesia católica San Manuel de Domínguez no tenía un cura estable. 
La Iglesia madre, Santa Rosa de Villaguay, designaba al cura que daría misa cada domingo.    
Con esa misión llegó un cura joven que no conocíamos. Se nos acercó a los que jugábamos al fútbol con una pelota de trapo y nos dijoo:  
  - Al que responda bien le regalaré una pelota de cuero. La pregunta es ¿A quien debemos amar más?
  - A nuestra madre. -respondió uno.
  - Aún más que a nuestra madre.
  - A nuestro padre. -dijo otro.
  - Más que a nuestro padre.
  - A Nuestro Señor Jesucristo -respondió el único rubio del grupo.
  - ¡Muy bien! Te has ganado la pelota de cuero. ¿Cómo te llamas?
  - Ingale Polonsky.

                                                            * * *

Los novios, familiares, amigos y curiosos permanecían frente a la Iglesia San Manuel. El novio encendió un cigarrillo en la colilla del que acababa de fumar.
  - Espero que no te pongas a fumar dentro de la iglesia. -le dijo su novia 
  - Como tú quieras, mi amor. Este vicio de fumador no me da tregua.
Se disponía a encender otro cigarrillo cuando se abrieron la puertas de la iglesia.
El monaguillo anunció a los presentes:
  - El señor cura demorará unos minutos.
El novio aprovechó la demora para retirarse a un rincón y fumar un cigarrillo. Con la colilla encendió un nuevo cigarrillo. Sólo alcanzó a darle una pitada cuando el cura golpeó las manos requiriendo la presencia de los contrayentes. El novio observó el cigarrillo, le dio lástima desperdiciarlo, le dio una profunda pitada y lo mantuvo en su mano entrecerrada y conteniendo el humo en sus pulmones fue ante el cura. 
El cura observó el hilo de humo que se elevaba desde su mano entrecerrada. 
El novio no pudo retener el humo en sus pulmones; cubriéndose la cara con la mano como acariciándose la barbilla fue soltando el humo. El cura miraba el hilo de humo que ascendía de la parte baja del novio y el que comenzaba a salir por entre los dedos de la mano. Mirándolo fijamente a los ojos le dijo:
 - Mirá que he casado novios calientes, pero como vos, ninguno.

                                                             * * * 

Además de las anécdotas de mi pueblo llegaban las de la vecina ciudad de Villaguay.
Así nos enteramos la del señor que esperaba en su auto a su hijita de diez años que saliera del colegio católico, al que fue al ensayar la teatralización de una obra de contenido religioso.
La niña malhumorada casi no respondió al cariñoso saludo de su padre. Contrariamente a su costumbre de parlanchina, se mantenía en silencio
  - ¿Por qué estás callada? ¿Pasó algo en el ensayo que te disgustó? 
  - Ya no soy virgen. -exclamó la niña sollozando.
  - Repetí lo qué dijiste.
  - Ya no soy virgen.
El auto giró en U y alta velocidad retomó el camino de regreso hacia el colegio.
  - ¿Quién fue el culpable de que ya no seas virgen?
  - El padre Juan.
  - ¿Querés contarme cómo sucedió o preferís hablarlo con tu mamá?
  - El padre Juan me quitó el papel de virgen y se lo dio a otra chica. - sollozó la niña en el momento que su papá malhumorado detenía el auto frente al colegio.
  
                                                             * * *
                      
Arturo, Emilio y José (Pepe) se hicieron muy amigos en el colegio secundario.
Un domingo fueron al río Gualeguay, llevaron agua, galletas y lo necesario para tomar mate y una parrilla para asar lo que pescaran; si no pescaban la pasarían a mate y galletas.
A los pocos minutos Pepe pescó una boga y un bagre. Encendió fuego, limpió sus entrañas y los puso a asar. Sus amigos ponderaron las habilidades de Pepe, si no fuera por él, se alimentarían con mate y galletas.
Sucesivas excursiones a ese mismo lugar Pepe siguió siendo el que pescaba, hacía fuego, asaba los pescados y el que resolvía cada situación. 
Al finalizar el secundario la vida los llevó por distintos rumbos. Las cartas, que al principio los mantuvieron conectados, poco a poco se fueron espaciando. 
Al reencontrarse, años después, recordaron sus vivencias de estudiantes, evocaron sus excursiones al río Gualeguay. Propusieron repetirlos un día de cada año.   
Acordaban por carta la fecha en la que se reencontrarían en el lugar acostumbrado.
Así lo hicieron tres años consecutivos y ya habían acordado el domingo decidido para el nuevo encuentro. Pepe les envió un telegrama con el siguiente texto: 
"Esposa encaprichada impide viajar. Vayan. Intentaré recurso para zafar. Pepe".
Arturo pasó con su auto por el domicilio de Emilio. Lamentaron la ausencia de Pepe, el más entusiasta, hábil para pescar, hacer fuego, asar y amenizar la aventura.
Al llegar al sitio acostumbrado no lo vieron a Pepe. Alguien colocó una carpa roja en el lugar, un dorado se asaba al calor de las brasas.
  - La carpa es roja como la de Pepe y la parrilla es similar a la de Pepe -dijo Emilio mientras iban con sus cañas hacia el sitio en el que solían pescar.
Allí estaba Pepe con la caña en la mano. Efusivos abrazos y palmadas en la espalda.
  - ¿Qué velorio inventaste para zafar al capricho de tu mujer? -le preguntó Emilio.
  - Me encontraba en mi sillón amargado por no poder venir a encontrarme con mis buenos amigos cuando unas manos me taparon los ojos y una voz sensual me dijo adiviná quien soy. Era ella, mi mujer, vestida con aby doll, medias negras y tacos altos. Seguime me dijo con voz sensual tomándome de la mano. Me guió hasta el dormitorio. En la cama, pétalos de rosas rojas, sogas y esposas. Atame, esposame y hacé lo que más quieras. Y eso es lo que hice, reunirme aquí con ustedes.

                                                             * * *

El ómnibus que iría a Villa Elisa con los aficionados a las carreras de caballos partió de la terminal. Se detuvo en las inmediaciones del Hospital de Llanura de Villaguay para levantar un  burrero más.
  - Está en el hospital, -dijo la vecina- su madre sufrió un ataque cardíaco, se está muriendo.
  - Gracias. Pasemos por allá. -decidió el que parecía ser el jefe de los burreros.
  - Está en la sala general, la del fondo, la de mujeres. -alcanzó a gritarle la vecina.
Una delegación de tres burreros entraron al hospital. Se asomaron a la sala general de mujeres. Junto a una de las camas estaba Eustaquio. Como presintiendo la presencia de sus amigos de andanzas, giró su cabeza y los vio junto a la puerta.
Fue a su encuentro.
  - Espérenme unos minutos, la vieja se me muere, ya está en sus últimos suspiros.
Mi hermana se encargará de todo. Espérenme, no me dejen. Ya está en las últimas.
Eustaquio volvió a pararse junto al lecho de su madre agonizante. Cada vez que levantaba la vista para asegurarse que sus compinches lo esperaban, éstos golpeban con el índice sus relojes indicándole que pasaba el tiempo.
La madre moribunda entreabrió los ojos, miró a su hijo como diciéndole adiós, pero en ese momento comenzó a rondar por la sala un moscardón verdoso y la madrecita de Eustaquio seguía con la vista su vuelo. Eustaquio vio a sus compañeros hacerle la señal de que se les hacía tarde y se irían. Eustaquio movió la palma de su mano en un gesto de "esperen un momentito". Vio que su madre seguía con la vista el vuelo del moscardón. En un alarde digno de un burrero como él, le ordenó tiernamente:
  - Vamos viejita, no se distraiga. 

                                                             * * * 

La coneja tuvo cinco conejitos blancos, uno de ellos tenía un triangulito de pelos negros en el extremo de una de sus orejas. Sus hermanos se burlaban de él por eso. El conejito con de la oreja con el triangulito de pelitos negros, abatido por las cargadas de sus hermanos, colocó la punta de esa oreja sobre una de las vías para se los corte el tren. Algo falló porque el tren le cortó la cabeza.

Moraleja: Hay hombres que pierden la cabeza por un triangulito de pelos negros. 

                                                             * * *

Un médico regresaba a su domicilio en horas de la medianoche cuando ve al hijo de uno de sus amigos que estaba por tocar el timbre en la casa de una prostituta.
  -  No lo hagas. A esta mujer la atendí en el hospital, padece una enfermedad sexual muy contagiosa.
  -  Por eso vengo. Yo me contagio, contagio a la sirvientita que trabaja en casa, ella contagiará a mi padre, mi padre contagiará a mi madre, y mi madre contagiará al cura. A ese es al que quiero contagiar porque me dijeron que anda con mi mamá. 

                                                           * * *                                    

Tito Martínez trabajaba como cambista en la Estación Domínguez.
Un día le dijo a mi padre, que era el Jefe de esa estación: 
  - Jefe, hágame el favor de revisar las sumas de mi libreta de almacén.
Mi padre notó que cuando Tito Martínez pagó toda la compra del mes al almacenero éste inició la nueva página con la fecha: 5 de agosto de 1945. El año quedó en la columna de precios  como si fueran 19 pesos y 45 centavos. 
 - ¿Usted cree que lo hizo intencionalmente? -le pregunto Tito Martínez.
  - ¿Y por qué cree que puso el año prolijamente ubicado en la columna de precios como si fueran 19 pesos con 45 centavos? ¡Es la tercera parte de su sueldo! 
Vale acotar que en ese entonces el sueldo del cambista era de $ 70.- mensuales. 
El kilo de azúcar costaba 10 centavos, el kilo de carne 15 centavos, la damajuana de 10 litros de vino, 95 centavos. 
Un hombre le dio un peso a su hijo para que compre una damajuana de vino. Con los cinco centavos sobrantes el muchacho compró queso. Cuando llegó con la compra el padre lo reprochó: - ¿Para qué trajiste tanto queso? 
  
                                                                 * * *           

En Domínguez se construyó en el prdio ferroviario una planta elaboradora de aceite de lino, producto muy requerido para elaborar pinturas. 
Un día surgió un foco de incendio en dicha planta, que pronto tomó gran magnitud. 
Desde la estación del Ferrocarril, por teléfono y telégrafo se solicitó auxilio a las distintas ciudades que tenían cuarteles de bomberos.
Una a una llegaron modernas ambulancias, que, por la intensidad del fuego, se quedaron a cierta distancia del incendio. Sus chorros de agua no alcanzaban las llamas. Un descolorido viejo camión con seis hombres en su caja en la que había un antiguo equipo manual de bombeo, pasó raudamente junto a los bomberos de las modernas autobombas desobedeciendo sus señas de detenerse. Al llegar a pocos metros del incendio sus hombres accionaron manualmente el sistema de bombeo y dirigieron el débil chorro de agua de la mangueras hacia el centro del foco mismo del incendio. Cuando la intensidad del fuego fue mermando gracias al coraje de esos hombres, las modernas autobombas se acercarse hasta donde sus potentes chorros de agua alcanzaron el centro del fuego y ayudaron a su extinción.
El gerente de la Cooperativa Fondo Comunal, administradora de la aceitera, donó una determinada cantidad de dinero al Jefe de cada moderna autobomba. Después tuvo palabras de elogio para los hombres del viejo camioncito a los que por su coraje y osadía les entregó una suma considerablemente duplicó la suma de dinerolos bomberos del antiguo camioncito, dobló el importe que le donó a ese grupo, que tuvieron la valentía de acercarse al incendio y, gracias a su esfuerzo, disminuyó el incendio, momento que posibilitó el acercamiento de las modernas autobombas.
El jefe de los bomberos del antiguo camioncito, con el casco de corcho bajo el brazo, expresó su agradecimiento diciendo:
  - En nombre de mis compañeros , y del mío propio, agradezco esta donación. Nos viene muy bien, lo destinaremos a reparar los frenos de nuestro viejo camioncito.

                                                                * * *

En la década del 80, mientras visitaba familiares en Domínguez, se corrió la voz:
 - Al oscurecer de los domingos se ven luces malas en el cementerio.
El cartero Ramella habló de ese tema con un vecino del cementerio.
  - Yo no creo en luces malas, pero es cierto que al anochecer de los domingos se ven lucecitas que corren un trecho entre las lápidas y desaparecen. 
El cartero Ramella le contó al Intendente lo manifestado por ese hombre.
El Intendente le hizo saber al vecino del cementerio que iría a su casa al atardecer del domingo con el Juez de Paz y el Comisario para tratar de develar ese misterio. 
La primera lucecita que corrió entre las lápidas los tomó desprevenidos.
El comisario empuñó su linterna y aguardó que aparezca otra luz.  
Al verla su linterna la enfocó al perro galgo negro que llevaba apretada con sus dientes una vela encendida. apretada con sus dientesen  boca de un perro galgo negro corría con una vela encendida en su boca.
¡Ese perro es de losTorres! Con él ale a cazar liebres. Debe andar empachado de hambre, por eso roba las velas de sebo. -comentó el vecino del cementerio.
El Intendente logró que aprueben los ediles su propuesta de cercar el cementerio con alambre tejido y terminar con el cuento de las luces malas. 

                                                             * * * 
     
Un matrimonio llevaba más de veinte años de casados. Al consultarle al médico cómo podrían recobrar la atracción sexual les aconsejó que se compraran un jacuzzi. El vendedor le dijo que un jacuzzi con burbujas costaba  4.000.- pesos, el jacuzzi sin burbujas 3.000.-
  - ¿Tiene algo más barato?
  - Una tina como para dos le costará 1.000 pesos.
  - Se la pagada. ¿Cuándo me la envía?
  - En dos días la tendrá en su domicilio.
Transcurrió una semana y la tina no llegó. El comprador fue al correo y redactó un largo telegrama amenazando con hacer la denuncia en Defensa del Consumidor, etc. Cuando el empleado le dijo cuánto le costaría despachar ese telegrama, le dijo:
  - Haga otro y póngale solo una i, mi nombre y mi teléfono.
Dos días después recibe el llamado de la casa en que compró la tina.
  - Señor, recibimos un telegrama pero no lo entendemos.
  - ¿Qué dice el telegrama?
  - Tiene sólo una i.
  - ¿Griega o latina?
  - Latina.
  - Eso es lo que pregunto yo ¿y la tina que compré por qué no me la mandaron?

                                                                * * *

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