martes, 29 de julio de 2014

BAILE POPULAR

BAILE POPULAR 

En el año 1951 Lugrén se asoció con Fagúndez, propietario de un bar y pista de baile en la calle principal de la localidad Clara, provincia Entre Ríos. 
La estantería, colmada de botellas con bebidas alcohólicas, y la heladera comercial de seis puertas, arrimadas a la pared norte del salón, ocupaban todo su ancho.  
El mostrador. con los extremos de su tapa levadizos, acompañaban en su extensión. 
Dos mesas de billares, los tacos y anotador en la pared; diez mesas chicas, varias sillas y unos bancos largos, completaban el mobiliario del local con dos puertas y un amplio ventana en su frente. 
Otra puerta daba acceso a la vivienda familiar en la que vivía Fagúndez con su esposa e hijos. Tres habitaciones ventilaban a un recuadro abierto al lote lindante. 
Precisamente en ese lote se hicieron importantes mejoras: los muros pintados de blanco, cornisas de tejas rojas y otros detalles, le dieron un toque de patio español. 
Ampliaron la pista de baile cubriéndola con baldosas rojas. Una vereda con el mismo embaldozado llevaba a los sanitarios ubicados al fondo del terreno parquizado. 

A partir del 1° de septiembre diariamente ponían en la vereda ecartel que decía: 

 GRAN  BAILE  POPULAR   SÁBADO  21  HORAS  
PISTA AL AIRE LIBRE de FAGÚNDEZ LUGRÍN
AMENIZARÁ  ORQUESTA  LOS  ASES
  DIRIGIDA  POR  OSCAR  PASCANER 

Los integrantes de la orquesta acordamos encontrarnos en el bar de Fagúndez y Lugrén a las 18 horas del sábado 21 de septiembre para hacer pruebas de sonido. 
Lugrén nos invitó a tomar algo mientras aguardábamos a Jorge, el baterista.
Quince minutos después decidimos hacer la pruebas de sonido sin Jorge.
  - Pasen, la puerta está sin llave, Fagúndez está instalando las luces.

Nos sorprendió gratamente ver encendidas las lámparas de colores de las guirnaldas colocadas de un muro al otro del ancho del patio. 
La mitad del largo del terreno (unos 30 metros) quedó acondicionado para el público. Allí estaba la pista flamante tarima para los músicos. 
Fagúndez nos saludó de arriba de una escalera ubicada en el espacio destinado a dar aire y luz a la vivienda familiar. Observé que conectaba un cable del tenido eléctrico a una chapa de hierro apoyada verticalmente debajo de una ventana.
  - ¿Le está dando corriente eléctrica a esta chapa?
  - En este terreno no había baños, quienes lo necesitaban tenían que ir a los del bar. Los muchachos piola orinaban aquí, donde están las ventanas de los dormitorios. No podíamos dejar abiertas las ventanas por el olor. Ahora, si alguno sigue con ese mal hábito, recibirá una descarguita eléctrica. 
   - ¡Se electrocutará!
   - No, la corriente continua no electrocuta. 

Mediante pruebas de sonido (sin el baterista) ubicamos los micrófonos de columna. 
Fagúndez nos acompañó al bar para indicarnos donde dejar los instrumentos.       
Al salir lo vimos venir a Jorge a paso acelerado. Carlitos, el clarinetista, propuso que por impuntual no le digamos lo de la chapa electrificada. 
  - ¡Perdón! -dijo JorgeMe encamé con una chinita y me quedé dormido.      
Nuestro conjunto estaba integrado con dos acordeones, clarinete, dos guitarras y bateríaOcasionalmente participaba un bandoneonista. 
A los tradicionales tangos, valses, milongas, paso dobles, fox trots, chamamés, agregamos algunos boleros, baiones, marchas brasileras, chá chá chá, etc.        
  
Los integrantes de nuestro conjunto musical acudimos al patio antes de las 21 horas, hora acordada para la iniciación del baile. 
Una apreciable cantidad de jóvenes y mayores se sentaron junto a las mesas más cercanas a la pista de baile y los que iban entrando, en las que aún desocupadas. 
La concurrencia sobrepasó los cálculos más optimistas de Fagúndez y Lugrín.
Junto a los muros se pusieron bancos. Cajones en los que se transportan botellas de cerveza sirvieron como apoyo de vasos envases de bebidas. 

Comenzamos con un paso doble. La pista de baile se convirtió en lo que parecía un enjambre de avispas revoloteando alrededor del camoatí.  
Muchachos sencillamente vestidos con pantalones y camisas de color bailaban con gráciles jovencitas de vestidos o polleras y blusas prolijamente planchados. 
La diuresis por la ingesta de cerveza originó un ir y venir a, y de, los sanitarios. 
Un joven de pantalón blanco se encaminó al recuadro en penumbras en el que se hallaba la chapa de hierro conectada al tendido eléctrico. Ese sitio, abierto en la continuidad de la edificación, lo ocultaba de los asistentes, no de los músicos. 
No obstante la penumbra del lugar, notamos el fuerte sacudón hacia atrás del trasero del pobre desgraciado, cuando el chorro de orina cayó sobre la chapa de hierro electrificada. Unos segundos después, otro sacudón nos hacía saber de un nuevo intento de orinar contra esa chapa. Intercambiamos sugestivas miradas entre
los músicos, excepto Jorge que, abstraído en la batería, ni se percató de lo ocurrido.
El afectado por las descargas eléctricas pasó junto a la tarima cuando regresaba a su lugar; la expresión de su rostro denotaba angustia. Sentimos piedad por él.  
Esa situación se repitió con otros que acudieron allí para orinar.  
Jorge, no obstante sus 18 años, era "buen tomador de cerveza". Siempre tenía a mano una botella cuando actuábamos. Solía tomar unos sorbos entre tema y tema. Cuando habló con Carlitos, éste le señaló el recuadro con la chapa de hierro electrificada. Carlitos se ubicó junto al bombo con un pie en el pedal y acompañó el ritmo del tango accionándolo. Al ver el sacudón del trasero de Jorge, no pudo contener la risa. La segunda sacudida fue más intensa. Algunos del público nos miraron intentando descubrir el motivo de nuestra risa.
Jorge regresó cuando terminamos el tema. Con cara empalidecida, tartamudeando como solía hacerlo en determinadas situaciones, me dijo:  
   - Pa parece que la chi, chinita me pegó un con, contagio por, porque siento un te, terrible dolor al orinar.
   - Jorge, cuando vinimos a probar sonido Fagúndez estaba revisando la instalación eléctrica porque dice que una pared de su dormitorio tiene contacto, debe ser esa contra la que orinaste. Andá a los baños y oriná tranquilo.
   - Carlitos me dijo que vaya ahí. 
Minutos después regresó sonriendo y me dijo:
   - Tenías razón, no sentí ninguna molestia.

                                                           * * *                        loscuentosdeoscarpascaner,blogspot.com

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