lunes, 21 de julio de 2014

DISCRIMINACIÓN, UNA ENFERMEDAD SOCIAL y Problemas sencillos

DISCRIMINACIÓN, UNA ENFERMEDAD SOCIAL
                                                                   
                                                                                                                                       
                                                                   
En Diciembre de 1942, a mis 13 años participaba de las reuniones del Centro Cultural Juvenil Alberdi, en la Biblioteca Domingo F. Sarmiento de Villa Domínguez, donde se leyó la nota de la autoría de nuestra Directora, doctora Clara S. de Filer, publicada en una revista cultural y procedimos a analizar su contenido. Transcribo dicha nota:

"Causas crónicas de la discriminación: La competencia en todas las actividades, que es lucha por la vida, se exacerba en períodos de crisis y llega al paroxismo. 
Este factor suele estar íntimamente ligado a la estructura económica social.                                                                                                                             
Causas morales: la educación, con su pesada cadena de prejuicios, presuntamente patrióticos, es el medio propicio para la siembra y desenvolvimiento del virus de la discriminación racial, religiosa, política, color de piel, posición social, etc., al crear las situaciones propicias para sembrar el virus del anti todo para desviar la atención de las masas oprimidas, hambrientas, embrutecidas por la ignorancia y la miseria.

En los países verdaderamente democráticos, la sintomatología es atenuada, pero la enfermedad vive en forma endémica: vacila el andamiaje democrático, aumenta la virulencia del germen hasta llegar, con la caída del edificio, a sus síntomas más agudos: frases periodísticas cargadas de intenciones e insinuaciones hasta la propaganda cínica, envenenada; desde la negación de compartir con las provincias las recaudaciones y la negación de tratar con los gobernantes de distinto signo político, crean una situación intolerable.  (Conste que ese es un trabajo hecho en el año 1942).

Efectos que causan en las autonomías culturales de las minorías nacionales: 
Cuando el tratamiento no ataca las causas etio-patogénicas, fracasan rotundamente.   
                                                                        * * *

En el Centro Cultural Alberdi de Villa Domínguez, después de tratar temas serios, como el que relato, solíamos plantear juegos de ingenio. Yo presenté el siguiente:

1- Cada frasquito con su tapita me costó 50 centavos. El frasquito valía 40 centavos
más que la tapita. ¿Cuánto me cobraron por cada tapita?

2- Mi hermano Guillermo repartió con nuestro amigo Juancho y conmigo una parte de las bolitas de vidrio que tenía. Guillermo se guardó la mitad más una, Juancho recibió una más de la mitad de las que le quedaban; y me dio las tres restantes. ¿Cuántas bolitas tenía Guillermo antes de repartirlas?

3- La señora Schneider le pidió al lechero cuatro litros de leche, pero el repartidor no trajo el jarro que usaba como medida. La señora tenía una olla de 5 litros y una cacerola de tres. El lechero le dijo que no se podía medir cuatro litros con esos utensilios. Jaime, el hijo de la señora Sara, le mostró que sí podía hacerlo.
                                                                   
4- Don Pascual Martínez le prometió a su nieto “Nene” Zabala de 12 años, que le regalaría una bicicleta de carrera cuando su edad fuera la tercera parte de la edad de su padre, el que entonces contaba 56 años. El “Nene” calculó cuánto tiempo faltaba para recibir la bicicleta?
                                                                      
5- Yo tenía dos trozos de soga, una de ellas con el doble del largo respecto a la otra. Corté 15 centímetros de cada una. La soga más corta quedó reducida a un tercio del largo de la otra. ¿Qué longitud tenían al principio?

                                                               * * *              
1- Si el frasquito cuesta 40 centavos más que la tapita debemos quitar esa cantidad del costo de cada frasquito con su tapita, quedan 10 ctvs que debemos dividirlos entre ambos artículos; le tocan 5 ctvs a cada uno. Por lo tanto la tapita me costó 5 ctvs.


2- Guillermo tenía 18 bolitas, se guardó la mitad más una (10). Le quedaban 8. De esas 8 le dio a Juancho la mitad más una (5) y las 3 restantes las recibí yo. 


3- Jaime hizo llenar la cacerola de 3 litros y la vertió en la olla de 5 litros. Volvió a llenar la cacerolita de tres litros con leche del tacho del repartidor y completó la olla de 5 litros. Hizo que el repartidor vuelque los cinco litros de la olla en su tacho lechero. Jaime quedó con 1 litro en la cacerola de tres, que lo echó en la olla de 5 litros. El repartidor llenó la cacerola de 3 y Jaime los agregó al litro que había en la olla de 5. Así la olla de 5 litros tuvo 4 litros.



4- Eso ocurrirá cuando mi padre cumpla 66 años. - ¡Ufa! -refunfuñó Nene- ¡Para que eso ocurra faltan 10 años! Mi padre tendrá 66 años y yo 22, un tercio de su edad.

5- Un trozo de soga medía 60 centímetros y el otro 30. Al cortarle 15 centímetros a cada una, la primera quedó de 45 centímetros y la otra de 15 centímetros.
                                                                                           
                                                                                                    * * * 

ORQUESTA ESCONDIDA  
                           
                                                       Otro de los entretenimientos didácticos de nuestras reuniones en el 
                                           Centro Cultural Juvenil de la Biblioteca Domingo F. Sarmiento de Domínguez.
                                                                                                                      Publicado en Selecciones Reader´s Digest.

Hallar un instrumento musical oculto en cada una de la siguientes frases:

1- Una copia no quedó muy clara, te pido, por favor, que la repitas.
2- Por favor no olvides citar a Verónica y dile que me espere.
 3- La otra noche noté en tu balcón que habían cambiado tus cortinas.
 4- El pintor mandó linaza para los cuadros nuevos que iba a pintar.
 5- A mi hermana le recomendó el médico no salir a la calle por su salud.
 6- Voy a comprar pantuflas y una bata para mi abuelita.
 7- El robo estaba planeado por los rateros para el fin de semana próximo.
 8- El auditor habló esta mañana para informar de un pequeño desfalco.
 9- Herlinda vio lindos paisajes en su viaje que realizó por España.
10- Con paciencia y con trabajo arduo pude terminar el artículo solicitado.
11- Martha confeccionó su vestido con una linda sarga italiana.
12- El señor ganó una medalla por ser el más honrado del barrio.

Respuestas

1 Piano.   2 Cítara.   3 Tuba.   4 Mandolina.   5 Lira.   6 Arpa.   7 Oboe.   8 Laúd.   9 Violín.   

10 Contrabajo.   11 Gaita.    12 Órgano.

                                                                                *

RIMAR RELACIONANDO

Decir dos palabras que rimen y estén relacionados con cada frase.

Ejemplos: Un lugar fresco en el que se puede nadar:  río - frío. 
                  Un muchacho con dinero:  chico - rico.

 1- Un gran brinco.

 2- Lo que se bebe con una buena cena.
 3- Se arroja contra él una pelota pequeña.
 4- Lo que se entona en la iglesia.
 5- Lo usan las mujeres en Moscú.
 6- Después de llorar, suele que dar esto.
 7- Especie de león marino, al asustarse.
 8- Ánsar dócil.
 9- Expresión extraña.
10- Lugar donde se coloca una alfombra.

Respuestas

1 Salto alto.   2 Vino fino.   3 Muro duro.   4 Canto santo.   5 Blusa rusa.   6 Ojos rojos.   7 Foca loca.
8 Ganso manso.   9 Cara rara.   10 Piso liso. 

                                                                                  


FILOSOFÍA DE VIDA                                                                                     por José Lieberman                                 
“Aquel invierno fue terriblemente frío en las colonias entrerrianas.                               
A mediados del mes de julio las temperaturas estuvieron por debajo de cero grados. Los pajaritos morían congelados.
Por la noche arreciaba el frío, al amanecer se veían los campos cubiertos por blanca escarcha que, al derretirse por el sol, surgían del suelo nubes de vapor brillando en suaves policromías.
Arriba, al infinito azul del cielo entrerriano, debajo del cual, el alma se llena de ternura.
Nos levantábamos temprano. Mientras calentaba agua para el mate, comía rebanadas de pan de centeno con manteca.
 Al clarear, nuestro mensual Diego Rojas, traía al corral los caballos.
Desde otras viviendas llegaban gritos estridentes asustando a los terneros que iniciaban chillonas sinfonías y a los gansos, que aturdían con sus graznidos. 
  - Buen día don Diego. ¿Hace frío?
  - ¿Qué va hacer? ¡Patroncito, no diga macanas, hace calor! 
Don Diego Rojas calzaba alpargatas sin medias, bombachas, de chiripá, una arpillera, un saco viejo y un sombrero histórico. Era esa su habitual indumentaria. Jamás se sacaba el cigarro de la boca. Lo invité con unos mates.
 - Ya ta´ güeno patroncito. Vamos atar los chuzos. En lo del petiso ya están arando y nos van a ganar la güelta.
El frío de los arreos endurecía los dedos, la brisa helada cortaba la cara.
El campo blanqueaba como una tundra de la región polar de Siberia.
Diego Rojas silbaba tranquilo como si se hallara en el mejor de los mundos.
Crujía la reja del arado al cortar las raíces de los yuyos volcando terrones de la fértil tierra entrerriana. El sol se reflejaba en las vertederas de las rejas.
Cerca del mediodía bajamos del arado para descansar. Nos tiramos en el suelo ya seco por el sol. Una extraña dulzura nos amodorraba.
Permanecíamos callados. Rojas, tumbado en el suelo, fumaba su cigarro. Le pregunté por su mujer, había estado enferma. El hombre hizo una mueca.
  - ¡Está bien!
Después de noches de mucho frío, no siempre los días eran lindos. 
Había temporadas en que llovía sin cesar durante días y días. La tierra se empapaba y se convertía en barrial, pero no se podía perder tiempo, la época de la siembra ya estaba cerca. Arábamos chapoteando en el barro. Don Diego silbaba alegre, de vez en cuando lanzaba unos gritos.
  - ¡Ep, ep! ¡Vamos tobiano! ¡Déle picazo!
Desde que recuerdo, don Diego Rojas tenía siempre el mismo aspecto: humilde, silencioso, sin hacer ningún gesto. Yo le decía que busque trabajo donde puedan pagarle más para que su mujer y sus hijos no pasen necesidades. 
  - ¡Y qué le voy hacer! ¿Qué se embromen como yo! ¡Que aprendan a vivir así!
Yo admiraba el estoicismo de ese hombre. Me dolía que desaparezca su noble y orgullosa raza de gauchos del Montiel.
Pasaron los años y Rojas seguía arando, rastreando, sembrando, domando potros y cosechando. Llueva, truene, haga calor o frío, siempre imperturbable.
Abandoné la paz eglógica de las campiñas entrerrianas por el torbellino vital de la urbe grandiosa para ir a estudiar, por el anhelo de saber y de gloria.
Todos los años, al volver a la casa familiar hallaba a Rojas casi igual, con algún hijo más, el rostro moreno más curtido y los ojos más hundidos.
Le hablé de la libertad, del trabajo productivo, de los mejores salarios, de la participación en las ganancias. Él me miró tranquilo, escupió por el colmillo, lanzó una bocanada de humo, y dijo:
  - ¿Y pa qué? ¡Si lo mismo vamos a estirar las patas!
Pasaron otros cuantos años; como una sombra fugaz huyeron los días juveniles trayendo una desilusión en pos de otra.
Volví a mi aldea en busca de paz para mi alma.
Necesitaba huir del caos porteño, de su fiebre y de su dolor.
Encontré a Rojas como hacía diez años. Más curtido por el sol y los vientos.  La situación había mejorado y el hombre ganaba más. Su salario le alcanzaba para sus necesidades y las de su familia.
Una mañana, al paso lento de su yegua zaina, vino temprano. En sus ojos había una sombra de tristeza y de amargura.
  - Mi mujer se murió anoche…  Se había resfriao el invierno pasao… Tosía mucho y aura se fue al tacho.
  - ¿Y los chicos? 
  - Los voy a regalar a los padrinos que viven ahí cerca el arroyo  e´ Moscas.
Aquel día trabajó imperturbable. Cuando llegó la tarde ensilló un caballo y se fue tranquilamente llevando consigo a los chicos. Volvió al día siguiente.
  - Gueno patrón… Hay que meterle. Vamos a trabajar.
Largando humo del cigarro y escupiendo por el colmillo, trabajó todo el día.
Antes de irme fui a visitarlo a su rancho. Lo encontré estaqueando un cuero.   
  - ¿Vive solo?
  - Sólo nomá… Ansina estoy más tranquilo.
Y sentándonos sobre calaveras de vacunos, me ofreció mate diciendo
  - Sírvase compadre… Dígales a sus puebleros que aquí estamos bien. No nos falta carne ni yerba.
Su rostro permanecía herméticamente cerrado, grave, insensible.
   - ¿Quiere jugar una partido e´ taba?
   - ¿No se va a casar don Diego?
 Por primera vez lo vi sonreir maliciosamente.
  - Mirá que sos diablo ché… Me ando afilando una china e´ por hay. Por ahora no me lleva el apunte, pero dentro e´ poco me la voy a trai en el lomo de mi zaina… ¡Pa´ qué somos hombres si no es pa´ andar e´ tras las mujeres!
Permanecimos silenciosos por largo rato.
Observé la vasta campiña entrerriana. En lo alto lucía el cielo azul.
Las espirales de humo del cigarro de don Rojas, subían lentamente.

Entonces comprendí que Rojas es un filósofo. Sabía vivir mejor que yo”.

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