lunes, 21 de julio de 2014

CENTRO CULTURAL DE VILLA DOMÍNGUEZ

CENTRO CULTURAL DE VILLA DOMÍNGUEZ 
     
En diciembre de 1942 la doctora Clara Filer y el Director de Escuela señor Máximo Castro decidieron reactivar el Centro Cultural de la Biblioteca Domingo F. Sarmiento. 
Con esa finalidad me pidieron que solicite colaboración a mis amigos para invitar a los adolescentes del pueblo y de colonias vecinas a la reunión cultural que se haría el viernes a las 21.30 horas en dependencias de la biblioteca.
La mayoría de los que se consideraban más argentinos porque eran descendientes de antiguas familias arraigadas a este suelo rechazaron la invitación argumentando que esas reuniones culturales pretenden cambiar la mentalidad criolla. 
Una veintena de adolescentes asistimos a la reunión; diecisiete eran descendientes de inmigrantes europeos.   
  - Me causó profunda pena que descendientes de antiguas familias arraigadas a este suelo consideren que la cultura es cosa de gringos. -dijo el señor Castro.

Mi hermano propuso no tocar temas de política, religión, ni otros que puedan generar polémicas.
 - ¡Buena propuesta! -dijo el señor Castro- Ahora háganme conocer sus nombres, edades y proyectos. 
La mayoría mencionó su frustración por no poder continuar estudios secundarios porque sus padres, colonos o pequeños comerciantes, carecían de medios para costear la pensión en una ciudad, útiles, textos, ropa adecuada y otros gastos. 
Además, de poco o nada estudiar para bachillern en la cercana ciudad de Villaguay, porque eso sólo servía para ingresar en una Facultad de Córdoba o de Buenos Aires.
El hijo de un modesto colono contó la decisión de su familia:
  - Mis padres, colonos, venderán su parcela de tierra, el ganado, las herramientas y todo lo que lograron en años de intenso trabajo, para mudarnos a Buenos Aires para que yo siga estudiando. 
El señor Castro apretó sus labios alterando su impávida expresión.
  - Señor Castro, usted como docente, sabe que el federalismo preconizado en la Constitución Argentina no llega a las provincias. No dudo que usted como la doctora también se instalen en Buenos Aires, y así lo harán todos los que anhelan que sus hijos tengan la posibilidad de prosperar en los social, lo cultural y en lo económico. La ceguera de nuestros gobernantes olvidan a los que labramos la tierra y criamos ganado para que no falte alimento en las mesas de los porteños. ¿Quién puede vivir en la soledad de la campiña sin electricidad, caminos intransitables cuando llueve, y a quién le importa si en esa situaciones una mujer entra en trabajo de parto o si a uno tiene una peritonitis.  
 La doctora Filer intentó distender la situación diciendo. 
  - Volvamos al tema que nos convoca. En reuniones culturales como éstas, fueron varios los hijos de colonos que descubrieron sus talentos aletargados que aquí salieron a la luz y después se destacaron en distintas disciplinas. 

El señor Castro señaló a mi hermano.
  - Soy Guillermo Pascaner, cumplí 14 años en agosto; cursé el primer año para maestro rural en la Escuela Alberdi .  
¿Puede decirnos por qué los maestros alberdinos se destacan al ejercer la noble tarea de enseñar y educar? 
- En la biblioteca de esa Escuela hay un cuadernillo con las respuestas que recibió el Inspector de Escuelas Elio Reyes cuando les hizo esa misma pregunta a maestros alberdinos. Recuerdo que uno de ellos lo manifestó más o menos así: “La Escuela Alberdi es una fragua que forja la dignidad de la sencillez y de los sentimientos que debemos tener hacia todos los humanos sin hacer diferencias por raza, religión o color de piel”.  
Otro opinó: “En la Escuela Alberdi aprendimos que la mejor forma de vida es saber cultivar la humildad del espíritu y valorar la amistad sin discriminar”.
Otra de las respuestas fue: “En esa confraternidad aprendimos que la mejor filosofía de vida se basa en el respeto a los ateos y a los practicantes de cualquier religión”.  
Otro dijo: “La convivencia nos marcó a fuego la amplitud del entendimiento para aprender a respetar los distintos matices humanos”.
Hay otra que recuerdo: “En la Escuela Alberdi se consolidan conceptos sobre lo que significa ser dueño de una conducta coherente y aplicarla en la vida siendo solidario con el prójimo y ayudando a resolver favorablemente diversas situaciones”.   
Un gesto con el dedo índice y un estiramiento del cuello del señor Castro lo instó a  memorizar otras respuestas.
- Recuerdo unas palabras del discurso de un egresado: “Los alberdinos sentimos el permanente influjo de la entrerrianía que acrecienta el inclaudicable coraje para meternos en lo profundo de los montes a sembrar en el alma de los niños el amor a la Patria”.  
  - ¡Qué memoria! ¡Lo felicito Pascaner! Todos hacen referencia a la amistad, a la solidaridad, al respeto al prójimo sin discriminar ¿qué los motiva eso?
- Los profesores nos inculcan principios de armónica convivencia, el respeto al prójimo sin discriminar por raza, color, religión o posición económica. Convivimos en ese ambiente sin hacer diferencias y resulta tan agradable y armónico que uno los adopta para siempre. No sé si el ámbito rural en el que está emplazada esa escuela, el aroma de sus árboles y jardines crean un ambiente propicio para ello, pero sé que hay algo que genera una paz interior que nos hace más receptivos para poner en práctica todas las virtudes que ennoblecen a los humanos. 
  - ¿Puede agregar algo más de sus vivencias en esa escuela?   
 - Sólo me resta decir que allí nos impregnamos con la fragancia de la tierra. Al  abrirla en surcos, con la azada o con el arado; aprendemos a quererla, a ampararla, a  rehacer su fertilidad. 
Con espaciadas palmadas el señor Castro aprobó lo dicho por mi hermano que continuó de pie observando a todos los asistentes.
 - Joven Pascaner, puedo tomar asiento.     
- Señor Castro: observe que las chicas están todas juntas por un lado, los varones por otro. -lo dijo señalando a unas y a otros- ¿Por los falsos prejuicios que prohiben la amistad entre chicas y muchachos? Superemos ese prejuicio y disfrutemos de la amistad; la amistad es un sentimiento sano. Quien no respete ese principio será radiado de este grupo. Empecemos ya sentándonos alternadamente una chica, un muchacho, otra chica, otro muchacho y comprobarán qué hermosa es la amistad.  
Tomé de los brazos a los dos muchachos que se estaban sentados junto a mí y los insté a cambiarse de lugar. Guillermo hizo lo propio comenzando por el otro extremo de la rueda en semicírculo que habíamos formado dando el frente a la doctora Filer y el señor Castro.  
La doctora Filer entregó a dos chicas sendos blocks con hojas pequeñas de papel pidiéndoles que entreguen una hojita a cada uno para escribir el tema que nos agradaría tratar en las próximas reuniones. 
Luego pasaron con una caja en la que depositamos los papelitos. 
Una chica los leyó en voz alta.  
Por mayoría decidimos los tres más interesantes: 1° El caballo criollo, 2° Ventajas y desventajas del maquinismo y 3° La gran muralla china. 
La doctora Filer preguntó quienes estaban dispuestos a aportar material sobre esos temas para la próxima reunión.  
Dudie Eisler y yo levantamos la mano.
  - Yo traeré lo que tengo sobre "El caballo criollo" -dije. 
  - Yo escribiré algo sobre ventajas y desventajas del maquinismo -dijo Dudie Eisler.
 - Nos quedará pendiente el tema de La Muralla China, veremos quien tiene material sobre ese tema.
  - Yo lo tengo en el Tesoro de la Joventud -dijo "Lele" hijo de la doctora Filer.

Finalizó esa reunión. Saludamos a la doctora Filer y al señor Castro y todos nos dirigimos hacia la plaza donde, cdespués de recorrer dos veces su extenso perímetros nos dispersamos en dirección a nuestros respectivos hogares.
      
Mi hermano y yo tomamos el camino que nos llevaba a nuestro hogar.
Guillermo me preguntó:
 - ¿Por qué te ofreciste para hablar sobre “El caballo criollo”?
   - Lo tengo en Selecciones.
 - ¡¿Vos lo propusiste y te ofreciste a prepararlo?! ¡No podés hacer eso!
A lo lejos ladraron unos perros.
   - ¡Hasta los perros desaprueban lo que hiciste!
   - Eso demuestra que los perros y vos no saben nada de semántica.

                                                                   *


APOSTILLAS

Algunas de estas apostillas que leí en el Centro Cultural Alberdi son de Selecciones del Readers Digest y otras de mi cosecha.

Bizcocho:  Panecillo estrábico.

Esclerosis:  Endurecimiento del clero.

Cuando llegues a una bifurcación, tómala.

Nunca contestes una carta anónima.

La vida de la aguja pende de un hilo.

Ojo por ojo, es ojo al cuadrado.

Los que tienen mal humor, tienen alguna tara en el espíritu.

Si eres creyente, pídele paciencia a Dios, pero exígele que te la dé yá.

Levántate temprano y verás qué hacen las vacas cuando sale el sol.  (sombra).

Huye de las tentaciones, pero no tan rápido pues no te alcanzarán.

Si no asistes al entierro de los demás, no pretendas que ellos asistan al tuyo.

Si te pusiste el supositorio en la oreja, deduce dónde habrás puesto el audífono.

Debajo es una preposición que muchas veces se convierte en posición.

Al oir el reo que era condenado a la horca se le hizo un nudo en la garganta.

Antiguamente los buzones los pintaban de rojo con un objeto: el objeto era un pincel.

La pereza te hace caminar tan despacio que pronto te alcanzará la pobreza.

No hay carga más pesada que una esposa liviana.

Los habitantes de esta orilla del lago Titicaca hacen Titi, y los de la otra, ca... noas.

Cuando en opíparo banquete oigas a los clérigos hablar del hambre en el mundo, ni se te ocurra pensar en qué circunstancia hablarán sobre la castidad.



                                                                   

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