martes, 29 de julio de 2014

REENCUENTRO CON JUANCHO, AMIGO DE LA NIÑEZ

REENCUENTRO CON JUANCHO, MI AMIGO DE LA NIÑEZ

A principios de 1938 llegó a Estación Domínguez, del Ferro Carril Entre Ríos, un nuevo auxiliar ferroviario con un hijo de 9 años, como yo. Se instaló con su familia en una  de las casas de la empresa ferroviaria destinada al personal; la más próxima a la nuestra, adosada a la estación, la que le fue asignada a mi padre por ser el Jefe. 
En otro de mis relatos refiero nuestras "aventuras" en el amplio predio ferroviario alejado 250 metros del pueblo, y la linda amistad de nuestra niñez y adolescencia; interrumpida en el trato diario cuando, a los 13 años me alejé de mi hogar para ingresar en la Escuela de Maestros Normales Alberdi, cercana a Paraná.
Un año y medio después el Ferrocarril me adjudicó el cargo de practicante en estación Domínguez con un sueldo superior al de maestro rural. Mi vuelta al hogar me acercó a mi amigo Juancho. Éste había ingresado a trabajar en la Oficina de Correos y Telégrafos de Domínguez.
Un año después mi función de relevante ferroviario me distanció periódicamente de mi amigo.
Después, el Servicio Militar me llevó lejos. 
Cuando lo terminé tuve un nuevo destino en mi trabajo en el ferrocarril. 
En forma esporádica tenía noticias de mi amigo.  Un día me supe que lo trasladaron. 
Así la vida nos llevó por distintos caminos.

Juancho se radicó en Domínguez cuando se jubiló; yo me había radicado en Buenos Aires en marzo de 1957. 

El 1° de agosto de 1998, un nieto de Juancho, el llamado Daniel, que, por relatos de su abuelo, supo de los lazos afectivos que mantuvimos durante nuestra infancia y adolescencia, me llamó por teléfono para pedirme que asista a la fiesta familiar que le harían a Juancho en Domínguez por cumplir 80 años.
Al comentarle a mi hijo Aldo el motivo del llamado de Daniel, nieto de Juancho; Aldo, que sabía de la hermosa amistad que mantuvimos allá lejos y hace tiempo, me dijo: 
- Salimos temprano y volvemos en el día. 

Al mediodía, siguiendo indicaciones que iba dando Daniel, el nieto de Juancho, llegamos al salón alquilado en el que se reunieron los familiares de mi amigo. 
Cuando alguien avisó que ya venía, me apoyé en la pared para quedar detrás de la puerta por la que entraría para pasar inadvertido y no distraerlo de la recepción que le daría su familia cantándole el feliz cumpleaños y las mesas repletas de fuentes con fetas de salames caroyenses, quesos, empanadas y otros manjares. 
Al ingresar Juancho al salón sus familiares comenzaron a cantarle: Que los cumplas feliz, que los cumpl...  ¿Qué le hizo girar su cabeza para encontrase con mi semi oculta presencia? Y nos estrechamos en un abrazo con lágrimas de felicidad que hizo enmudecer a sus familiares. No obstante que le insistí que se junte a los suyos, se empecinó que me sentara junto a él... y comenzamos a recordar.

¿Te acordás Juancho / de la estación Domínguez?  
¡Esa linda edificación / al  estilo de las  inglesas 
pintada en color crema, / con rojas tejas francesas!
Me parece estar viéndola / como en el lejano ayer.

¿Te acordás del galpón / de ladrillos y cemento,  
del otro, el cerealero de cinc, / de las estibas en la playa, 
del imponente elevador, / de tu casa cerca de la nuestra,  
la asignada para el Jefe, / adosada a la estación?

¿Recordás la boletería, / la amplia sala de espera, 
y el espacioso andén / que se llenaba de gente 
cuando todo el pueblo concurría / para ver llegar el tren?
A tu padre y otros empleados / los recuerdo muy bien.

¿Te acordás de esos hombres / que apilaban las bolsas 
cargadas con rubio trigo? / Todos ellos, criollos de ley,
jugando a la pelota de mano / que rebotaba en la pared
esperando una changa / que les posibilite comer.
  
Vos, como yo ¿los recordás / descargar de los carros, 
las pesadas bolsas de semillas, / ponerlas en la balanza,
hacer crecer las estibas, / cargarlas en los vagones, 
o ventilando semillas, / para que se sequen al sol? 

¿Y a Saltzman…  lo recordás, / metiendo el calador?
¿Y nuestros partidos de fútbol, / o jugando a las bochas,
a la pelota de mano, / de nuestra linda amistad, 
y de caballito lobuno / que vos cuidabas tan bien?  

¡Cuántos recuerdos conservo / de nuestra lejana niñez!
Por suerte estás vos, mi amigo fiel, / reviviendo glorias pasadas...
Una cosa quiero pedirte / porque te quiero bien, 
cuidate mucho hermano / para que llegues a los cien.

                                       * * *                                                                           
                                                                 loscuentosdeoscarpascaner.blogspot.com.ar


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