jueves, 30 de octubre de 2014

ARADO DE DOBLE REJA


por Luis Domingo Berho

       
      Poesía interpretada por uno de los gauchos que participaron en la cosecha del año 1941 en la chacra de mi tío León. 

        Disimulao te eché el ojo / cuando te vide aquel día 
         en un remate que había / por causa de un desalojo.
         Juiste, arado doble, mi antojo; / porque pa´ mí eras un sueño. 
         Te seguí con gran empeño / hasta ande me dio el bolsillo;        
         ahí justo cayó el martillo / y ya dentré a ser tu dueño. 

        Me acuerdo aquella mañana / que pa´ las casas te traje
        a un balancín de tiraje / se le trabó una roldana.
        La verdá que estaba sana / aunque de aceite algo escasa,
        después le saqué la taza / a una rueda pa´ mirar,  
        le puedo asegurar / que nunca había visto grasa.

        Dentré a sacar las pecheras / de mis aperos pobrones,
        compuse unos mosquetones, / arreglé unas anteojeras;
        te limpié las volcaderas / con un pedazo e´ ladrillo; 
        te puse un buen cojinillo / sobre tu asiento agujereao
        y en tu cajón alargao, / la tenaza y el martillo.
        Y salí pa´ una arada / que agarré junto con otros 
        y amansando algunos potros / completé mi caballada. 
        Con eso, a “mi peor es nada” / la pude hacer mi patrona, 
        que a veces me hizo de piona / y, entre melgas solitarias, 
        dí güelta miles de hetárias / andando de zona en zona. 

        Cuando una melga tiraba / que era pa´ el lao de la calle, 
        pa´ sacarle algún detalle / el criollaje se paraba.
        Siempre listo te dejaba / dispuesto pa´l madrugón, 
         prenderme al cimarrón / y calzarme bien las botas 
         pa´ robarle las gaviotas / al vecino dormilón.

        Me curtí de cerrazones, / me engarroté en el viento 
        y aguanté sobre tu asiento / heladas y chaparrones.
        Pero sobre tus timones / gocé mañanas preciosas
         y las tardes primorosas / me hacían olvidar las crueles; 
         siguiéndome siempre fieles / las bandadas bulliciosas. 
  
         Como venciendo a la suerte, / con la fe todo se alcanza, 
        se realizó mi esperanza / de ser chacarero juerte.
        Por eso es que quiero hacerte / justicia mi viejo arao 
        y hoy te canto inspirao, / no me olvido de esa ocasión 
        en que pa´ una quemazón / me salvaste el sembrao. 
 
        Si a tiempo esa vez no llego / se me quema la cosecha, 
        te até y salí como flecha / pa´ hacer el contrafuego. 
        Como un malón rojo y ciego / venía la llamarada…
        tenía güeña caballada / y eso también me salvó, 
        el incendio se paró / al dar con la tierra arada.

 Como de lejos te vieron / cuando dejé de usarte,
 con la intención de llevarte / los compradores vinieron.
 Pero por más que me ofrecieron / te salvé gracias a Dios;
 que aunque sus rejas son dos, / media pampa sería mía,
 si me dieran hoy en día / la tierra que aré con vos.

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