jueves, 30 de octubre de 2014

EL MALEVO

                            por Osiris Rodríguez Castillos

Interpretada por uno de los gauchos que participó de la cosecha en la chacra de mi tío.
      
Yo no atrancaba la puerta / de mi rancho, ni durmiendo;
         ¿pa qué? ¡si del lao de ajuera, / por malo que juese ´l tiempo,
la enrejaba de colmillos / el coraje de mi perro!
Cimarrón, medio atigrado. / Lo hallé perdido en las sierras
boquiando de agusanao. / ¡Malo! como manga ´e piedras.
Tuve que trairlo enlazao / pa´ curarle las bicheras…

Y ahí, se quedó aquerenciao. / Compañero de horas lerdas.
Trotiando abajo ´el estribo / ni carculaba las leguas;
y ande afluejaba la cincha, / se echaba a cuidar las priendas.
¡Eso sí! ¿eh? ¡Muy delicado! / ¿Manosiarlo? ¡Ni le cuento!
Se ponía de ojo extraviao / y se l´ eriaza el pelo.
Con que, tenía bien ganao / su apelativo: “El Malevo”.
¡Qué animal capacitao / pa´ el trabajo en campo abierto!
Había que verlo al mentao / trajinando en un rodeo…
De ser crestiano, clavao / qu´ era dotor aquel perro.
¿Yo echar tropilla ´l corral? / Le chiflaba entre los dedos,
y embretaos en el chiflido / me los traiba clin al viento;
y era, un abrojo, priendido / de los garrones de un trueno.

Una vez, bandiando tropa / con much´ agua en el Río Negro,
caí quebrao de un apretón / entre un remolino ´e cuernos,
y me ganó la mollera / la oscuridá y el silencio…
Cuando golví a abrir los ojos, / cruzaba una nube ´l cielo…
Gemidos y lambetazos / llegaban como de lejos…
Redepende comprendí, / medio me senté ´n el suelo
pa´ decirle “gracias hermano”… / d´ esta, te quedo debiendo.
¡No me halla ni el pan bendito/ si no me sacás, Malevo!,
y una inmensa gratitú / se me atracó en el garguero…
Güeno; la cosa pasó, / yo dentré pa ´l casamiento.

Hice ´l horno, la cocina… / mi rancho estiró un alero,
y en su chúcara clinera / charquió el arrorró y el rezo.
A los dos años, gatiaba / mi gurí sobre un pelego
o andaba po´ el guardapatio / priendido a las cruce ´l perro;
¡ah! Porque él me le sacó / las cosquillas al Malevo…
Lo habrá tomao por cachorro / de su cría, el pendenciero…
le soportaba imprudencias, / se prestaba pa´ sus juegos
y ande amenazaba cairse, / se l´ echaba abajo el cuerpo…

La cosa jué tan de golpe / que hasta me parece cuento…
Jué después de un mediodía, / pa´ fines d´ enero;
yo me había echao en el catre / pa´ descabezar un sueño,
la patrona, trajinaba… / prosiando con el borrego;
y un redepente, aquel grito / como de terror: “¡ Rosendooo!”
y ya me pelé p´al patio / manoteando el caronero.**

Ella estaba contra el horno / tartamudeando en silencio;
tenía el gurisito alzao, / tembloroso contra el pecho;
y avanzando, agazapao / como una fiera, ¡mi perro!
Enseñaba unos colmillos / como puñales. Los pelos
se le habían parao de un modo / que costaba conocerlo,
y en la brasa de sus ojos / se habían quemao los recuerdos.

De un salto me le puse enfrente, / le pegué el grito “¡Malevo!”.
Le ví soltar una baba. / - ¡Está rabioso, Rosendo!
-¡No te me acerqués Malevo! / ¡Echá pa´ tras! … ¡Juera perro!             
Redepente me saltó, / ladié pa´ un costao el cuerpo,
sentí como mi daga / lo topaba contra el pecho,
y cayó, cuasi sin ruido; / como una jerga en el suelo.

        Cuando lo miré, los ojos / se le habían puesto muy güenos,
        como dándome las gracias. / Se le acortaba el resuello…
        - No tenía pa elegir / hermano, estabas enfermo…
        jué po´ el cachorro ¿sabés? / de nó, ¡No lo hubiera hecho!
        Menió la cola una vez… / dos veces, y quedó muerto.
Por eso es que desde entonces, / no me gusta tener perro;
y cuando voy a caballo, / me parece que lo siento
seguir abajo el estribo / trote y trote por el tiempo…

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