jueves, 30 de octubre de 2014

NOBLEZA GAUCHA

                                                                                                                       por Boris Elkin

      Poesía recitada por uno de los gauchos que participó en la cosecha en la chacra de mi tío León, en ocasión del asado de despedida.
      ¿ Te acordás el día que llegaste al pago
      seguido de cerca por una partida
      que ya los talones te traiba pisando?
      Llegaste a mi casa buscando risguardo,
      y dende aquel día, que ya va pa´ un año, 
      lo mesmo que a un hijo te estuve cuidando.
      Te entregué sin recelos mi mano de gaucho
      y por eso nomás, jué que al tiempito 
      ya eras como dueño de todo mi rancho.
      Jué tuyo mi apero, tuyo mi caballo,
      tuya jué mi yerba, tuyo mi tabaco, 
      y hasta eso, que debe ser algo sagrado  
      pa un hombre que tiene concencia, 
      también me lo estabas quitando.
      Ayer de mañana, no juí pa´l poblao como te pensabas. 
      Pegué una güeltita, até mi matungo detrás de unos talas 
      y sin hacer ruido, como una culebra, me vine a la rastra…
      ¡Estabas juntito a mi china! Sentí que le hablabas: 
      Dejalo a ese viejo sotreta, venite conmigo chinita del alma.

      Me dirás si no tengo razones
      pa matarte sin asco ni nada, 
      lo mismo que a un perro dañino
      que viene ronciando las casas, 
      pero yo soy cristiano y compriendo
      como naides las cosas humanas: 
      ella es moza, muy moza entuavía
      pa´ estar con un hombre 
      blanquedao de canas.
  
      Y por eso, ¡entendelo!... por eso, 
      es que yo mesmo te digo: ¡llevala!  
       Eso si, no pensés ni entre sueños
      que de maula te entrego a mi china 
      porque quiero demostrarte áura mesmo 
      con qué juego me voy a baraja.      
      Sacá tu cuchillo y atate bien la faja,
      no sea que en una embestida 
      te haga perder las bombachas.   
      Momentos más tarde se cruzan las armas   
      y en tanto se miran con fijeza de águilas, 
      el viejo le advierte: 
      Abrí bien los ojos pa´ ver esta carta, 
      que es la más flojita que tengo en las casas. 
      Y diciendo esto, como si jugara,   
      le amagó de punta, le bajó la guardia,
      y al primer planazo, le cruzó la cara.
      Aura sí. ¡Aura, llevátela!
                                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario